Su Vida
Anna Adolph nació el 19 de
febrero de 1841 bajo el nombre de Ann Elizabeth Eddy, en el condado de
Wayne, Nueva York, no lejos de Rochester. Sus padres fueron Alden
Huggins Eddy y Anne Hickey.
A decir verdad, no es mucha la información que hemos podido encontrar
sobre esta escritora, quien en cierto sentido fuera una precursora, no
de la ciencia ficción, sino más bien de la literatura feminista. Algo
que no es para nada desmerecedor. Casi toda la información que aquí
dejamos proviene de
“Always fond of the marvelous”The hidden history of Anna Adolph, un artículo en inglés de Liza Daly.
La vida de la autora estuvo signada por dos premisas muy importantes,
la migración y el ganarse un lugar allí donde fuera. Sus antepasados,
los Eddy habían sido peregrinos de Nueva Inglaterra que llegaron a
Plymouth, Massachusetts desde Cornualles en 1620.
Durante su juventud, a mediados del siglo XIX, su familia era parte de
un grupo de pequeños terratenientes y comerciantes locales. En ese
entonces vivía en casa de sus padres junto a dos hermanos, lo que duró
hasta los primeros años de la adolescencia.
En el verano de 1850, la fiebre del oro de California iba en serio, y
el padre de Anna decidió probar suerte. Compró un pasaje en el barco de
vapor S.S. Oregon junto a otros 317 pasajeros (cómo dato curioso hemos
encontrado la información de que, de la totalidad del pasaje, solo seis
eran mujeres) en un viaje de Nueva York a Panamá y luego a San Francisco
que duró 55 días.
La ciudad de Nevada, a 100 km al este de Sacramento, está enclavada en
las estribaciones de las montañas de Sierra Nevada y fue un centro de
actividad minera a mediados del siglo XIX. Allí se estableció Alden
junto a sus dos hijos, dejando a su mujer y a su hija en Nueva
York.
Tras la muerte de su madre en 1875, Anna se unió a su padre en
California.
A la edad de de 40 años, en 1881, se casó con Charles Adolph, un alemán
que había emigrado a Nueva York en la década de 1850. Enlistado en 1863
en una unidad voluntaria de la Guerra Civil y licenciado al final de la
misma dos años después. En 1879, cuando él y Anna se conocen, se
encontraba en California trabajando en el campamento minero Rough and
Ready y viviendo en una casa con otros inmigrantes europeos. Al momento
del matrimonio Charles contaba con treinta años, es decir diez menos que
su esposa, lo que tal vez fuera extraño para los estándares de la
época.
Incluso con una de las mejores casas de la ciudad, la vida en aquellas
latitudes era todo un reto. Enclavada en las estribaciones de las
montañas de Sierra Nevada, la ciudad de Nevada es propensa al duro clima
invernal, y en el invierno de 1890 la ciudad estuvo completamente nevada
durante semanas, siendo posible moverse sólo con raquetas de nieve o
trineo, según cuentan los cronistas.
El verano siguiente no fue mucho mejor para los Adolph. Al ser una
ciudad completamente construida en madera, los incendios estaban a la
orden del día y en junio de 1890 la casa de Anna y Charles se quemó
completamente, logrando la familia escapar a duras penas.
Arqtiq, la única novela que Anna haya escrito, al menos en nuestro
conocimiento, fue auto-publicado en 1899 por "Carruth & Carruth",
una imprenta con sede en Oakland y cuyo lema era: "Printing is Wherein
We Excel" (La impresión es lo que nos distingue). Una imprenta que
producía directorios locales y recopilaciones de recetas, pero también
algunas obras complejas, como por ejemplo un tratado anticatólico y el
libro de 1902, finamente ilustrado, "The False and the True: A Psychic
Phantasmagoria of the Resurrection in Epic Verse" (Lo falso y lo
verdadero: una fantasmagoría psíquica de la resurrección en verso
épico).
De alguna manera, Arqtiq logró llegar a la mesa de redacción de
la edición dominical del San Francisco Chronicle del 27 de enero de
1901, donde podemos encontrar la siguiente crítica:
Un romance muy lanudo.
La señora Anna Adolph, de Hanford, California, ha escrito una notable historia de aventuras en el Polo Norte, que titula "Arqtiq", nombre que, según ella, debería pronunciarse como ártico. La historia es la más alocada y salvaje que se ha impreso en muchos días. La autora emprende su viaje al Polo Norte en un coche que puede circular por una vía férrea ordinaria con ruedas, pero que puede convertirse en una máquina voladora o en un barco de vapor a petición. No se explica cómo se fabrica esta maravillosa máquina. El autor se limita a imaginar el vehículo perfeccionado y lo pone en marcha. Los detalles de la historia son demasiado absurdos como para detenerse en ellos. La autora demuestra una colosal ignorancia de la geología, la astronomía y otras ciencias; está desprovista de la facultad de contar historias y su libro es sólo uno más que se añade a la larga lista de publicaciones que acabarán yendo al baúl. (Hanford, Cal.: Publicado por el autor; precio 50 centavos.)
Una crítica brutal y devastadora que seguramente habrá sofocado las
ganas de la autora de continuar en el negocio literario.
Anna Elizabeth Eddy Adolph falleció en 1917 a la edad de 76 años.
Está enterrada en el cementerio de Hanford junto a Charles, quien la
sobrevivió durante 10 años más, para terminar partiendo de este mundo
a la misma edad que su compañera en un hospital de veteranos del
condado de Los Ángeles.
Como último giro cruel, como si la historia se empeñara en hacer
desmerecer el rastro de existencia de la buena Anna, los domicilios de
los Adolph que figuran en los censos de 1900 y 1910 ya no existen.
Ahora son terrenos agrícolas vacíos, ocupados únicamente por una
instalación de deshidratación de nueces.
Su Obra
Su obra es tal vez mucho más escueta aun que su vida ya que solo se le
atribuye la mencionada novela. Una que por cierto no solo el señor
Hanford, sino muchos otros críticos han clasificado de, como mínimo,
algo extraña. Aunque avanzada para su época en muchos aspectos.
Muy pronto en
Revista Fuego Eterno
esteremos realizando un análisis de la obra.